Cada vez que realice el aseo al bebé tenga cuidado de no mojar el cordón umbilical. Mientras esté seco, la cicatrización es más rápida.

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El resto de cordón umbilical, que permanece en el bebé después del nacimiento, se va modificando con el paso de los días y se cae a las dos o tres semanas del alumbramiento.

Mantenga el ombligo y la piel circundante seca y limpia para prevenir una infección y para que sane sin problemas. Para esto, bañe al bebé con esponja en lugar de sumergirlo en una tina con agua hasta que el cordón umbilical caiga. Para mantenerlo limpio, cada vez que cambie el pañal preste atención al cordón, evitando que se depositen secreciones en esa área.

No tema provocar dolor en el cordón umbilical, ya que en esa zona no existe sensibilidad. Para facilitar la cicatrización puede limpiarlo con alcohol o productos cicatrizantes que indique el pediatra y deje que esté al aire. No hale ninguna parte del cordón seco, tenga paciencia y déjelo que se caiga solo.

No es aconsejable el uso del ombliguero porque se puede humedecer con la orina y facilitar la infección del ombligo o comprimir la respiración y apretar el abdomen del pequeñín, provocándole vómito. Además, dificulta el aseo del cordón umbilical y, a pesar de ser una creencia generalizada, no previene las hernias del ombligo. Tampoco es necesario cortar o doblar el pañal. Recuerde que lo fundamental es que esté limpio y seco.

Es normal que observe un poco de sangre seca alrededor del ombligo, pero si nota que existe sangrado o hemorragia activa, enrojecimiento, hinchazón o salida de secreción acuda enseguida al pediatra.

Cuando el cordón cae continúe con la limpieza en el ombligo hasta que esté completamente seco.

Recopilado y adaptado por Marta Martínez. M.D. M.Sc.  Médica Asesora Pequeñín.
Artículo tomado de la Revista Somos Familia – Edición Nº 20.