Los costos emocionales y económicos para el paciente y la familia son menores cuando se realiza un enfoque preventivo.

El tiempo modifica los procesos biológicos. La longevidad se caracteriza por cambios progresivos, que dependen de aspectos genéticos, estilos de vida y factores ambientales; esto provoca que en los diferentes órganos y sistemas se produzcan algunos cambios en la homeostasis, en la inmunidad, en el sistema digestivo, endócrino, génito-urinario, pulmonar, cardiovascular, etc. Conozca las alteraciones metabólicas relacionados con la edad.

Obesidad: en circunstancias en que el suministro de alimentos no es constante, la capacidad de almacenar la energía excedente es esencial para la supervivencia; es así que los adipocitos, presentes en múltiples depósitos de tejido adiposo están adaptados para acumular con eficacia este exceso de energía en forma de triglicéridos para liberarlos en caso de necesidad, mecanismo fisiológico que es regulado a través de vías endocrinas y nerviosas, que le permiten al ser humano sobrevivir a la falta de alimentos. Sin embargo, cuando los nutrientes son abundantes y la forma de vida es sedentaria este sistema incrementa los depósitos de energía del tejido adiposo, con consecuencias adversas para la salud.

La obesidad es un estado de exceso de masa de tejido adiposo. El método más utilizado para medirla es el índice de masa corporal (IMC), que es igual al peso/talla2 (expresado en kg/m2). En el adulto mayor puede disminuir la ingesta alimentaria en algunos casos; si la misma es razonable y acorde con los requerimientos nutricionales, se produce un equilibrio que mantiene la salud. No obstante, no siempre es así, ya que puede ocurrir que por diferentes razones (afecciones gastrointestinales, situación económica, pérdida del gusto, falta de apetito, depresión, etc.), se produzca un déficit de la ingesta en general, produciéndose una desnutrición global o la carencia de uno o varios nutrientes (proteínas, vitaminas y minerales), que altera las condiciones fisiológicas, produciendo un sistema inmunológico débil susceptible a las infecciones, fragilidad de la piel, pérdida del tejido muscular, anemia, debilidad, etc.

Por el contrario, un elevado consumo de alimentos en relación a las necesidades, de carbohidratos y de grasas, provocan enfermedades por exceso (obesidad) que, sumado a la disminución de la actividad física y del metabolismo, produce una baja en el consumo de energía y tendencia al aumento de peso; problemas que generan complicaciones tales como: enfermedad pulmonar, transtornos del sueño, enfermedades cardíacas, dislipidemia, diabetes mellitus, entre otras.

Hay otros factores de riesgo que al asociarse incrementan la posibilidad de presentar SM (Síndrome Metabólico) y son: estado posmenopáusico, tabaquismo, dieta alta en carbohidratos, inactividad física, consumo de alcohol, antecedentes familiares y factores genéticos predisponentes. El SM es un factor de riesgo no solo para desarrollar  diabetes mellitus tipo  2 y enfermedades cardiovasculares, sino que se une a otros desórdenes relacionados con la obesidad, tales como: hígado graso, fibrosis y cirrosis; trastornos del sueño como el apnea, elevación del ácido úrico, enfermedad renal crónica y demás.

Medidas de prevención

Dieta: se aconseja la denominada ‘mediterránea’ porque es alta en frutas, vegetales, nueces, granos enteros y aceite de oliva. Es baja en sal y grasa; incluye 4 a 5 porciones de frutas y verduras y de 2 a 3 cantidades de lácteos. Ayuda a mejorar el peso, la presión arterial, los lípidos y los niveles de azúcar en la sangre.
La presencia de diabetes en el adulto mayor requerirá de la asesoría de un nutricionista porque debe prestar mayor atención en las cantidades ingeridas para evitar hiperglicemias o hipoglicemias.

Suplementos: en ocasiones pueden ser necesarios para completar la nutrición con calcio u otros minerales, vitaminas y proteínas, pero con asesoría de un profesional.
Tome en cuenta que los problemas vasculares y degenerativos también se presenta por deficiencias nutricionales (anemia por falta de vitamina B12 ), depresión, hipotiroidismo u otras afecciones, que son posibles de prevenir y/o tratar.

Se recomienda recibir un plan de vacunación, de acuerdo con la edad.

Ejercicio físico: se recomienda al menos 30 minutos al día, cinco o más días a la semana. También, se puede dividir el mismo tiempo en 10 minutos, 3 o 4 veces por día. En el caso de tener problemas cardiopulmonares será preciso que tenga la asesoría de su médico.

Caídas: es fundamental tener cuidado porque los adultos mayores son más vulnerables a fracturas y a los riesgos que conlleva la inmovilidad (osteoporosis, trombosis, limitación funcional, depresión).

Medicación: debe tomarla de manera regular si es hipertenso, diabético, tiene dislipidemia u otras enfermedades; en relación a ello, es importante que no se automedique y sea su médico quien le recomiende, ya que cuando existen varias enfermedades concomitantes es preciso la prescripción de medicinas que no tengan efectos sinérgicos o antagónicos entre sí, tomando en cuenta las potenciales toxicidades de cada una que pueden estar relacionadas con el fármaco en sí, con la edad, afecciones hepáticas, renales u otras.

Dra. Rosa Terán Terán – Especialista en Medicina Interna – Hospital de los Valles
Artículo tomado de la Revista Somos Familia – Edición Nº 20.