Existen diferentes alternativas para disminuir o acabar con este problema. La decisión corresponde al especialista.

incidencia de la incontinencia urinaria es casi exclusiva del sexo femenino con una relación de 15 a uno. En el sexo masculino está condicionada por antecedentes de una cirugía, generalmente prostática o por lesiones medulares, especialmente traumáticas que generan una vejiga de poca capacidad o con una contracción aumentada.

La característica fisiológica normal de la vejiga es la capacidad que tiene de distenderse a medida que se llena, sin modificar su presión y sin la sensación de llenura hasta que llega un momento crítico en relación al volumen (350 a 500 cc3) y presión que dispara el mecanismo de vaciamiento o micción.

Se considera como incontinencia de orina a aquella situación que representa la pérdida involuntaria de orina o escape sin que se pueda controlar y que genera aislamiento y malestar social, pasando por la incomodidad. Los pacientes enfrentan la situación bajo dos perspectivas: la inicial que es la consulta general y la de especialidad que es cuando acude al urólogo o al ginecólogo en búsqueda de una solución. En el primer entorno, es decir, en la consulta general el especialista puede recomendar el uso del pañal dependiendo del caso.

Es necesario aclarar los términos y su clasificación para evitar tratamientos que, en muchas ocasiones, son peores que la enfermedad. En general hay tres grupos: el primero y más frecuente es la incontinencia de esfuerzo; el segundo grupo, es la incontinencia de urgencia; y el tercero, es una mezcla de los dos anteriores, que llega a ocupar un 30% de toda la clasificación. En el primer caso, la incontinencia de esfuerzo está en relación directa a los esfuerzos físicos súbitos como toser o reír que generan un aumento de la presión intraabdominal y se transmite a la zona pélvica, que a su vez si se topa con un defecto anatómico entre el eje de la uretra y la base de la vejiga ocasiona una pérdida involuntaria de orina o escape.

Los partos prolongados, el sobrepeso y el sedentarismo  son aliados frecuentes de esta situación, parte de ello lo es también la falta de rehabilitación pélvica que toda mujer en el puerperio debe realizar. La segunda identidad la incontinencia de urgencia es aquella situación en la que la paciente presenta desenfreno de orina precedida de un fuerte deseo imperioso de micción, es decir, una situación de urgencia de ir al baño independiente del volumen eliminado o de la calidad del chorro; esta situación llega a representar hasta el 16% de la población femenina pasados los 60 años. La tercera entidad es la incontinencia mixta, que es la combinación de las dos anteriores y que llega a ocupar el 30% de toda esta patología por lo que es necesario llegar a un diagnóstico real para dar un tratamiento efectivo.

Toda paciente debe ser individualizada y explorada físicamente de manera prolija pues no es lo mismo un descenso simple de uretra –uretrocele- que un descenso complejo de cara anterior de vagina y vejiga-cistocele y de cuello o de útero -histerocele-; igualmente si se asocia o no descenso de recto -rectocele-.

Los métodos diagnósticos incluyen a más de la exploración física meticulosa con vejiga llena, el examen simple de orina con o sin cultivo según el caso para descartar infección urinaria asociada, una ecografía de vejiga y hasta un estudio urodinámico que se lo practica en caso de duda diagnóstica y que sirve para aclarar las situaciones puntuales.

Los tipos de tratamientos varían según su clasificación y causa. Para la incontinencia de esfuerzo existen varias técnicas quirúrgicas y muchas de ellas han caído en el desuso por su alta tasa de recidiva; otras en cambio han sobrevivido al tiempo y son muy resolutivas en función de su eficacia-tiempo y éxito. También, existen los ejercicios de suelo pélvico o de Kegel que si son realizados a tiempo y en forma constante pueden llegar a ser resolutivos hasta en el 60% de los casos. Actualmente, la colocación de mallas es la punta de lanza tecnológica con mejoras en su bioemsamble y acomodamiento tisular, pero es necesario considerar varios puntos de vista al momento de la elección. A pesar de contar con elementos a su favor como la rapidez de recuperación o ejecución por hospital del día, no están exentas de complicaciones como: dolor crónico, incomodidad, secreción vaginal constante, exposición parcial de la banda o ulceración que generan molestias en la actividad sexual, llegando a provocar lesiones o lastimaduras en la pareja.

Respecto al tratamiento de la incontinencia de urgencia, los fármacos relajantes son los más apropiados y logran disminuir la contracturación del músculo de la vejiga.

En relación al tercer grupo, el mixto es necesario individualizar a la paciente y explicarle que a más de una cirugía va a ser necesario que tome relajantes vesicales por largo tiempo.

Dr. Santiago Vallejo – Urólogo – Hospital de los Valles
Artículo tomado de la Revista Somos Familia – Edición Nº 20.